EL CÓMO Y CUÁNDO DEL EEG: INDICACIONES DEL EEG EN EPILEPSIA

Introducción

Desde que Hans Berger realizase el primer electroencefalograma (EEG) en 1929, esta técnica ha ido experimentando una progresiva evolución, y ha quedado totalmente aceptada como método de evaluación de la función cerebral en situaciones normales y patológicas. Se está de acuerdo en que el registro de la actividad eléctrica cerebral es de gran ayuda en la evaluación de encefalopatías, lesiones focales cerebrales, en el estudio de la maduración cerebral en niños y, por supuesto, en el diagnóstico y seguimiento del paciente con epilepsia.

El EEG ayuda en el diagnóstico y clasificación de las epilepsias. Sin embargo, es esencial conocer el alcance y las limitaciones de esta prueba, así como realizarla en las condiciones técnicas adecuadas, junto con una evaluación correcta de la misma que evite las sobreinterpretaciones que conllevan falsos diagnósticos.

Requisitos técnicos del EEG en la epilepsia

  • Se recomienda realizar registros de 16 canales utilizando un mínimo de 21 electrodos, colocados de acuerdo al sistema 10-20.
  • Deben emplearse montajes referenciales y bipolares con disposición longitudinal y transversal. Ocasionalmente, sobre todo en epilepsia temporal, pueden necesitarse electrodos suplementarios que registren actividad originada
    en la región temporal anterior.
  • Los parámetros de sensibilidad y filtros de alta y baja frecuencia se utilizan siguiendo criterios internacionales.
  • La velocidad normal de registro debe ser 15-30 mm/s.
  • La duración mínima del registro es de 30 minutos libres de artefactos.
  • Los procedimientos de activación mínimos son la hiperventilación durante tres minutos, tras los que se requieren dos minutos de post-hiperventilación para la vuelta a una fase de reposo. La fotoestimulación consiste en pulsos
    de luz intermitente de diez segundos de duración a distintas frecuencias (1, 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16, 18, 20, 60, 50, 40, 30, 25) en los que el paciente abre y cierra los ojos cinco segundos en cada frecuencia. La duración total no debe exceder los seis minutos y se suspende ante respuestas fotoparoxísticas. En algunas epilepsias conviene repetir alguno de estos procedimientos; tal es el caso de las ausencias, la hiperventilación y las epilepsias fotoinducidas con la ELI. Otras veces será recomendable el registro de sueño, hasta llegar a sueño lento, o el EEG tras deprivación de sueño.
  • En los EEG digitales, además de los electrodos y una toma de tierra, se necesita el registro de una referencia lo más neutra posible.

Indicaciones del EEG


EEG en una primera evaluación

Diagnóstico

En pacientes con historia clínica sugestiva de epilepsia, el hallazgo de actividad epileptiforme es específico y el valor diagnóstico del EEG es alto; no obstante, un resultado normal no invalida el diagnóstico. En un único EEG estándar, la posibilidad de encontrar actividad epileptiforme en adultos con epilepsia es del 29-55%; con EEG repetidos (tres estudios) aumenta al 69-77%. Cuando el EEG es negativo, un EEG de sueño o con deprivación puede detectar actividad epileptiforme
en un 13-31% adicional (nivel de certeza II). En niños, las cifras son algo diferentes: un primer EEG es normal en un 40% de niños con epilepsia. En EEG seriados, la sensibilidad es del 56% si sólo ha habido un episodio y del 70% si ha habido varios, con una especificidad del 78% (nivel de certeza II y IV).

Es importante la realización del EEG en una primera crisis, sobre todo si se hace pronto, ya que dentro de un plazo máximo de 48 horas después de que ésta tenga lugar puede alcanzar una sensibilidad del 77% (nivel de certeza II). Tiene también un valor pronóstico, ya que la probabilidad de recurrencia de crisis en pacientes con anomalías epileptiformes en el EEG es del 49%, frente al 27% para pacientes con EEG normal (nivel de certeza II).

No hay que olvidar que los resultados del EEG interictal deben ser interpretados dentro del contexto clínico, especialmente en pacientes con antecedentes de enfermedades neurológicas, lesiones estructurales o craniectomías. Cabe recordar que la incidencia de actividad epileptiforme en el EEG de población normal es del 2-3% en el adulto y de un 5% en niños (nivel de certeza II), y que sin claros datos clínicos de epilepsia o ante sospecha de otra patología (cardiaca, cerebrovascular, alteración del control motor, migraña, etc.) el EEG no está necesariamente indicado, y puede dar falsos diagnósticos de epilepsia por sobreinterpretación de hallazgos normales, como fluctuación de ritmos fisiológicos o presencia de variantes normales, fundamentalmente en niños (nivel de certeza II, III y IV).

Clasificación del tipo de crisis o síndrome epiléptico

El EEG puede ayudar en la clasificación del tipo de crisis y síndrome epiléptico. La confirmación de hallazgos intercríticos (focales o generalizados, grafoelementos epileptiformes o cambios en ritmos habituales) para apoyar la presencia de crisis y su tipo es imprescindible con el fin de encuadrar adecuadamente el síndrome epiléptico que se trate. Además ayudará a caracterizar entidades nosológicas concretas, con importante repercusión en el pronóstico y manejo terapéutico de la epilepsia, como diagnóstico en pacientes con historia sugestiva de crisis epilépticas, soporte en la clasificación del tipo de crisis y síndrome epiléptico y como pronóstico de recurrencia después de una primera crisis no provocada (nivel de certeza II, grado de recomendación C) (Figura 1).

FIGURA 1. Algoritmo de las indicaciones del EEG en el diagnóstico de epilepsia

Figura 1

Repetición de EEG

EEG evolutivos

En el seguimiento de una epilepsia, una vez establecido el diagnóstico inicial, los posteriores EEG tienen relevancia en situaciones concretas. No es correcto realizar un EEG a todo paciente epiléptico en cada una de las revisiones, sino que está indicado en los siguientes casos:

  • Crisis no controladas o existencia de episodios distintos a las crisis habituales.
  • Epilepsias generalizadas primarias y síndromes epilépticos con ausencias típicas (el EEG en el seguimiento es importante, pues indica con bastante fiabilidad cómo de controlada está la epilepsia).
  • Crisis controladas en las que se quiere disminuir o eliminar medicación.
  • Evaluación prequirúrgica y tras cirugía de la epilepsia (grado de recomendación C).

EEG seriados (repetidos en plazo breve)

  • EEG en el estado de mal epiléptico:
    • Inducción del patrón de brote-supresión.
    • Descartar actividad subclínica tras desaparición de las crisis clínicas.
    • Control del tratamiento del estatus (barbitúricos, midazolam, propofol).
    • Posteriormente, en la fase de recuperación, hay que repetirlo cada 6-12 horas hasta la reducción de la medicación y normalización de la actividad eléctrica cerebral (grado de recomendación C) (Figura 2).

EEG de sueño

Sospecha de crisis epilépticas con EEG de rutina normal

La posibilidad de detectar descargas epileptiformes en epilépticos aumenta considerablemente si se asocian registros EEG de sueño a los de vigilia. La combinación de un EEG de vigilia más otro de sueño aporta información diagnóstica y clasifica el tipo de síndrome epiléptico en un 85% de los pacientes.

Sospecha de algún patrón típico en sueño

  • Punta-onda continua en sueño lento, POCS.
  • Epilepsia con foco centrotemporal (rolándica) u occipital.
  • Síndrome de Landau-Kleffner.
  • Síndrome de West. En estos casos también en los EEG sucesivos se registrará sueño (grado de recomendación C).

FIGURA 2. Algoritmo de las indicaciones del EEG en el seguimiento/control de crisis epilépticas

Figura 2

EEG prolongado

La monitorización prolongada es útil cuando el diagnóstico de los cuadros paroxísticos no es claro o interesa tipificar las crisis. Nos permite obtener EEG críticos, determinantes en muchos casos para el diagnóstico, con información más precisa de la semiología de los episodios si la monitorización es con vídeo-EEG.

Las crisis epilépticas necesariamente se acompañan de patrones epilépticos críticos, aunque también conviene recordar que puede haber registros críticos normales en superficie dependiendo del tamaño (algunas crisis parciales simples) y localización del foco epiléptico (en profundidad de surcos, sistema límbico o zonas subcorticales).

La monitorización electroencefalográfica ambulatoria también es útil, aun cuando no permita ver las crisis, al realizarse en condiciones más habituales para el paciente (nivel de certeza II y IV).

La duración del estudio variará en función de la frecuencia con que se presentan los episodios por filiar. En el diagnóstico inicial de epilepsia y con un EEG normal, la monitorización de 24 horas detecta actividad epileptiforme en un 20% adicional.

  • Sospecha de epilepsia y EEG normal.
  • Clasificación de crisis.
  • Pacientes con episodios frecuentes en los que interesa capturar uno de ellos (grado de recomendación C).

EEG urgente

  • Estados confusionales.
  • Sospecha de estado de mal no convulsivo.
  • Coma de origen desconocido.
  • Crisis postraumáticas agudas (grado de recomendación C).

Conclusiones


El EEG es una pieza imprescindible en el diagnóstico de la epilepsia. La realización de EEG seriados en las condiciones adecuadas, unidos a registros de sueño, aumenta considerablemente la sensibilidad diagnóstica. Es importante recordar que, realizado en un plazo máximo de 48 horas tras una primera crisis, puede alcanzar una sensibilidad del 77%. Sin embargo, la sensibilidad y especificidad de las descargas epileptiformes dependen de la población estudiada y los resultados han de ser interpretados siempre dentro de un contexto clínico. Hemos clasificado como C el grado de recomendación, debido a que no hay estudios prospectivos, doble ciego, con número suficiente de pacientes para afirmar las indicaciones; sin embargo, esto se debe en parte a la amplísima experiencia a lo largo de muchos años, que ha confirmado estas indicaciones.

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