Irene García Morales
Servicio de Neurología, Hospital Universitario Clínico San Carlos. Madrid
Hospital Ruber Internacional. Madrid
Introducción
El estado de mal epiléptico es una emergencia médica de etiología diversa en la que se producen crisis epilépticas recurrentes.
Independientemente de la causa, podemos distinguir dos grandes grupos en función del tipo de crisis: estatus convulsivo o generalizado y estatus no convulsivo o focal. El primero entraña mayor gravedad y requiere de una actuación rápida y un tratamiento agresivo para controlar las crisis, ya que éstas pueden provocar daños irreversibles. En el tratamiento del segundo existe una mayor controversia entre la necesidad de un tratamiento agresivo y los riesgos que éste puede suponer.
Las definiciones han ido variando a lo largo de los últimos años sobre todo en cuanto a la duración mínima de las crisis para empezar a considerarlas como un estado de mal epiléptico. Los tiempos se han ido reduciendo y actualmente tenemos una definición más práctica en la que cualquier crisis que dura cinco minutos se considera que potencialmente puede dar lugar a un estatus y se trata como tal, con el fin de no perder tiempo, que puede ser vital para evitar daños secundarios1.
A pesar del descubrimiento de nuevos fármacos antiepilépticos (FAE) en los últimos años y de los avances en las Unidades de Cuidados Intensivos
(UCI), no se ha avanzado mucho en el tratamiento del estatus, que sigue generando una importante morbilidad y mortalidad.
A lo largo de este capítulo nos centraremos fundamentalmente en el tratamiento del estado de mal convulsivo o generalizado, de diagnóstico más fácil y tratamiento mejor establecido, aunque haremos también una breve referencia al manejo del estatus focal.
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